martes, 19 de febrero de 2013

@velismo analiza la gala de Los Goya para Altomaliano.com

Nuestro experto en cine, @velismo, nos ofrece un pequeño análisis de lo sucedido en la gala de los premios Goya, los galardones más importantes del cine español:
El domingo se celebró la vigésimo séptima gala de Los Goya y nos dejó el mismo regustillo de ocasiones anteriores: quejas sobre la pésima situación de la industria, críticas al poder y al estado de la nación, mucho glamour de baratillo, caspeo sin parangón y algún momento que otro de vergüenza ajena. Vamos a analizar lo mejor y lo peor, que estuvo bastante equilibrado.
Lo más reseñable de la gala fue, con permiso de la concurrencia, el Goya a José Sacristán después de años, muchos años, de profesión. Un Goya que, en parte, viene a reconocer grandes actuaciones más que dignas de nominación, por no decir de galardón. También es mencionable el entusiasmo mostrado por alguno de los premiados, muy pocos, como los ganadores del premio a la mejor película iberoamericana por Juan de los muertos, que eran el claro ejemplo de la felicidad y el agradecimiento; o los ganadores del premio a mejor actor y actriz novel, Joaquín Núñez y Macarena García, respectivamente. También hubo emoción, lágrimas y agradecimientos entre categorías menores, pero esos no son tan importantes. ¿No? Otro momento memorable fue la actuación de la troupe de Muchachada Nui o el monólogo inicial de Eva Hache, porque los demás fueron un poco reguleras, en el que repartió estopa a diestro y siniestro y consiguió que alguno que otro estuviese incomodo en su silla (¿Wert tocó en algún momento el respaldo de su asiento?).
El peor momento de la gala y si me apuran de las galas anteriores (lo siento, pero mi memoria sólo me permite acordarme de la anterior) o de cualquier otra gala del mundo mundial (a lo mejor estoy exagerando), ha sido la confusión con los sobres a la hora de anunciar el ganador a mejor canción. Para los que no pudieron disfrutar en directo de ese gran momento o no lo hayan visto en Youtube a estas alturas, os lo cuento e intentaré no hacer ninguna broma de índole política: al parecer a los presentadores de los premios les entregan dos sobres (¿?), uno con el nombre de los finlistas, abierto, y otro con el nombre del ganador, lacrado. Adriana Ugarte, la persona encargada de anunciar al afortunado, leyó, sin darse cuenta, el nombre de unos finalistas sin cerciorarse de si era el nombre del premiado. Los coordinadores, inmediatamente, se dan cuenta del antológico error y le piden a la actriz que rectifique. Así que, cuando los presuntos ganadores están celebrando el premio y bajando por las escaleras para recogerlo, Adriana y su compañero piden disculpas a los mentados y a todo el auditorio por el error garrafal y comunican, esta vez bien, el nombre del agraciado. Así que, durante cinco segundos Los niños salvajes tuvo un Goya. Fue bonito mientras duró. Un poco triste fue también que una actriz como Candela Peña, tuviese que soltar un discurso cómo el que soltó. No por el contenido, si no porque el discurso de la actriz es el discurso de muchas actrices o de muchos españoles, que se encuentran en una situación igual o peor a la suya. Ojalá que alguien atienda a sus suplicas, a la de ella y muchos otros, y encuentren una pronta y definitiva solución. Estuvieron bien las bromas de algunos de los presentadores, pero tanta sorna con los sobre llegó a saturar un poco. ¡Con la cantidad de material que había para sacar punta!
Ahora toca recuperarse de la resaca post ceremonia y aprovechar el rebufo de los premios, para intentar arañar algún euro más, o algún euro a secas, y que algún distribuidor se implique con las películas agraciadas para que lleguen a mas cines de los que llegan de por si. Nos vemos el año que viene comentando si Pedro Almodóvar fue o no fue a la gala a recoger alguno de los premios a los que optará su película. Difícil será verle en la ceremonia si no le nominan.

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