Se quejan, primero, de que la información suministrada por la compañía con el lanzamiento de este soporte no ha sido clara, provocando numerosas dudas que luego se ven reflejadas en el funcionamiento del servicio. Para muestra, la tardanza del revisor en recorrer los vagones del tren, debido a las continuas preguntas de los pasajeros acerca del funcionamiento de la tarjeta.
Además, el colectivo que más está sufriendo este problema es el de las personas mayores, menos habituadas a las nuevas tecnologías. Una pareja de ancianos perdió todos sus viajes al pasar continuamente la tarjeta por el sensor previo a la entrada al tren, al no entender el funcionamiento, y, posteriormente, la compañía se negó a reembolsarles el importe.
La complicación del sistema es de tal índole, que, en algunos apeaderos, ni siquiera el personal de Renfe sabe cómo explicarse ante los clientes y las explicaciones del revisor tampoco resuelven todas las dudas. Algunos de los viajeros ponían como ejemplo el sistema utilizado por las líneas de Feve, como de funcionamiento más accesible para todos los segmentos de edad.
Asimismo, comprar un billete de ida y vuelta ya no supone ningún tipo de rebaja en el precio total, ya que se abonan como dos billetes individuales.
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